Publicado: 26/12/2007 - Actualizado: 13/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
La ausencia de pasiones o deseos es significado de ser feliz, y ciertamente esto da tranquilidad y paz al alma. Si por un momento nos alejamos del mundo emocionalmente, si no deseamos y simplemente aceptamos y somos testigos de la vida, nuestra alma parece caer en un estado de relajación profunda, y ciertamente parece no sufrir ningún tipo de desequilibrio.
Esta distancia de la vida es ciertamente muy útil, sobre todo cuando nos sentimos agobiados, llenos de tensión y cargados de mucha responsabilidad, el alejarnos de las cosas y practicar la contemplación nos hace tener una panorámica de todo un contexto, nos permite ver globalmente nuestra vida y enriquecernos con un momento lleno de consciencia que nos permite luego tener mucho más claridad y creatividad para resolver y seguir viviendo de una forma mucho más profunda y satisfactoria.
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Paz del alma
La paz es muy necesaria, pues quien se deja afectar por las cosas y no guarda un centro de paz es muy probable que sufra, pues las emociones tienden a dominar, las emociones acaparan al individuo y la mente, con sus conceptos viejos, tiende a dominar la situación repitiendo las mismas reacciones, una parte de nuestra mente tiene la programación de volvernos eficientes y por eso le cuesta aceptar nuevas cosas, y si no aprendemos a buscar la paz en el alejamiento de todo, entonces nos volvemos una máquina que sirve a la mente (a lo viejo) y no un ser que tiene una herramienta llamada mente que le debe servir para ser creativo y un ser constantemente renovado.
Ahora, si nosotros no encontramos momentos de paz y contemplación al menos una media hora al día, si no nos damos el tiempo para estar tranquilos y analizar, pensar, reflexionar en lo que sentimos y pensamos, entonces estaremos tan agotados de servir a la mente y sus conceptos viejos que entonces llegará un momento en que nos comenzaremos a sentirnos agotados, cansados, viejos, la falta de creatividad (que es la que refresca y rejuvenece a todo ser humano) provocará que muy pronto ya no querremos hacer lo que hacemos, estaremos fastidiados, aburridos y, entonces, nos volveremos apáticos.
Apatía
La apatía es la consecuencia de haber estado repitiendo una misma conducta o una misma experiencia tantas veces y de la misma forma que nuestra naturaleza juguetona y creativa se harta. No queremos hacer nada porque ya no hay gozo ni juego, y luego entonces nos deprimimos. Es por eso que hay que darnos la oportunidad de buscar siempre la paz en cada día, y si nos sentimos en verdad desganados, es porque nos debemos unos días de mucha paz y profunda consciencia de nuestra vida.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 13/10/2018
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