Publicado: 11/04/2010 - Actualizado: 27/03/2020
Autor: Laura G. Garmendia
Uno de los mayores problemas en las personas con obesidad es que, bajo situaciones de mucho estrés o emociones de insatisfacción y /o necesidad emocional, ansían alimentos que causan “placer rápido” como las galletas, refrescos, helados, frituras, hamburguesas, chocolates, pasteles, postres, etc.
Los alimentos con alto contenido de grasa o azúcar refinada son clasificados como carbohidratos de absorción rápida, esto significa que el cuerpo los absorbe rápidamente y los convierte en energía. Así pues, cuando los comemos, podemos sentir una sensación de energía y bienestar casi instantáneo, desde el momento en que se mastican, el cerebro produce sensaciones placenteras pues se activa la dopamina (hormona del placer y la alegría), y uno se siente aliviado de la tensión y otras emociones no placenteras. Sin embargo, esta sensación de satisfacción es sólo temporal A la larga, comer este tipo de productos no sólo genera sobrepeso sino que debilita el sistema de defensas del cuerpo e irrita y degenera el sistema nervioso.
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¿Por qué el impulso de comer?
La respuesta tiene que ver con que estamos capacitados para funcionar bajo un sistema de respuesta y escape ante aquello que se considera un peligro.
Bajo una situación de estrés o necesidad emocional fuerte, solemos responder de acuerdo a los recursos que tenemos y al conocimiento que manejamos respecto a esa situación. Entonces, bajo nuestra gama de recursos, tenemos que lidiar con la situación, y comer es una forma de producir placer, clama y satisfacción.
El cerebro no puede distinguir si el estrés o la situación que provoca dolor o insatisfacción tiene que ver con las cuentas que no se han pagado, con los problemas con la pareja, con el pleito con el jefe o los familiares, o con que no se logra o consigue lo que se anhela. No puede saber si lo que ocasiona el estrés es algo que mañana se arreglará o si es una situación de vida o muerte. El cerebro sólo recibe el mensaje y propone soluciones.
¿De dónde viene al ansia por comer?
En la muy lejana antigüedad, cuando un animal salvaje perseguía a un ser humano, este podía experimentar altos niveles de estrés y ansiedad. La persona entonces producía cortisol y adrenalina, sustancias que ayudaban a poner tensos los músculos y los preparaban para atacar, huir o para que la persona se defendiera y actuara a favor de la vida y la supervivencia. Esto ocurría no sólo cuando los perseguía algo, sino cuando experimentaban alguna necesidad, y tenían que poner a funcionar toda su habilidad para salir a cazar y traer alimento o lo que fuese necesario. Todas estas reacciones están relacionadas con un instinto de supervivencia.
En la actualidad, cuando sentimos ansiedad, estrés, insatisfacción, tristeza, o alguna necesidad no esta cubierta (no importan si esta necesidad es afectiva, física o intelectual, cabe acentuar que el cerebro no distingue entre una y otra), este primitivo mecanismo de defensa y acción se activa y aparece el impulso por comer (1).
Bajo estas situaciones, el cuerpo espera que la persona luche y haga algo para cubrir esta necesidad de supervivencia. Si esta situación persiste sin que sea solucionada, entonces el cuerpo, que ha estado tenso y preparado para reaccionar, ha quemado calorías extras debido a la producción de cortisol y adrenalina constantes, y también ha creado el mensaje de que se necesitan más calorías para que las reservas de energía no se agoten y se pueda reaccionar apropiadamente en cualquier momento. Es entonces que se siente hambre.
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La ansiedad, el miedo y las emociones del mismo árbol como la inseguridad, la tensión, el estrés, la incertidumbre, etc., producen mucho cortisol y adrenalina en el cuerpo y constantemente. Podemos suponer que la persona come y se sacia. Sin embargo, si la inseguridad, tensión y demás persiste, entonces el cuerpo constantemente enviará el mensaje de necesidad de comida, aunque ya se haya comido e incluso se tengan reservas energéticas de más. Es como una forma de estar bien protegidos, «armados contra», hay que tener «muchas reservas» (2).
¿Cómo resolver el impulso de comer a cada rato?
Decirle a una persona obesa (o decirte a ti mismo) que no coma es contraproducente: si no se ataca la raíz del problema, comer es para el obeso una reacción a un instinto. La necesidad y el origen del estrés o la ansiedad es lo que se debe empezar a considerar.
Muchas de las situaciones que provocan estrés, ansiedad, inseguridad, etc., ya no son ante peligros físicos, sino más bien de tipo emocional. Las personas obesas pueden tener fuertes sentimientos de inseguridad o temor a que algo no resulte o se cumpla en su vida, una necesidad afectiva fuerte puede ser el origen de su impulso a comer y “llenarse”.
El enfoque para ayudar a erradicar el problema de sobrepeso en personas que han tratado de todo y no pueden bajar de peso, sería empezar a dejar la idea de “quitarse el peso” y empezar a descubrir que necesidades afectivas o emocionales están generando una situación de estrés, inseguridad y ansiedad (3).
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Esto puede ser difícil para una persona, sin embargo, se puede apoyar este proceso en terapias como la bioenergética, la cual ayuda a tratar situaciones emocionales a través del cuerpo.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 27/03/2020
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