Publicado: 01/12/2011 - Actualizado: 10/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
Todos hemos sentido miedo alguna vez. El miedo no es una emoción “negativa” ni mala. Es un sentimiento que nos quiere de alguna forma cuidar, ya sea preservando nuestra integridad o valor. El miedo no es lo mismo que la precaución. La precaución es una alerta natural del cuerpo la cual usamos para cuidar nuestra vida. Somos precavidos al voltear a ver si no viene un coche cuando cruzamos la calle, o al alertar a un niño de algún peligro, como cundo juega cerca de una ventana.
El miedo, por otro lado, está asociado a un sentimiento más fuerte de perder algo, de qué suceda algo terrible, de no tener o poder realizar lo que anhelamos o simplemente tener miedo a lo que no conocemos. Algunos estados de ánimo pueden derivar del miedo: la intranquilidad, la inseguridad, la ansiedad, la angustia, la incertidumbre, etc. Cuando el miedo es fuerte, estos estados ánimo se acentúan, muchas veces al grado de paralizarnos o de tratar de exentarnos de la realidad, como es en el caso más extremo de las personas disociada de su realidad.
¿Cómo desvanecer el miedo?
El miedo proviene muchas veces de que ocultamos o negamos sentimientos, ideas o pensamientos que creemos “son malos”. Los seres humanos nos hemos vuelto hábiles para reprimir o disfrazar lo que no nos gusta ver. De alguna forma enterramos pensamientos desagradables, en lugar de enfrentarlos, creyendo que de esta forma nos deshacemos de aquello que nos quiere perturbar o robar la calma. A veces parece que lo conseguimos, pero no siempre es así.
Ha de saberse que, por más que neguemos, escondamos o reprimamos los sentimientos que nos desagradan, estos permanecen en nosotros de alguna forma, El resultado es que de repente nos sentimos intranquilos, con miedo, inseguros, o preocupados. No podemos conseguir estar relajados e, incluso, dormir bien.
Para ayudarnos a desvanecer el miedo y las emociones que derivan de esta actitud, podemos utilizar el recurso de la meditación, la cual es una herramienta realmente útil para ayudar a observarnos y desenterrar aquellas causas que nos provocan que estemos tensos, ansiosos, etc.
¿Cómo hacer la meditación?
Lo más recomendable es encontrar un lugar donde no te molesten o haya ruido. Pero no es necesario. Hay personas que meditan mientras van en el autobús, o hacen fila. Sin embargo, si eres principiante, sin duda es más recomendable empezar en un lugar donde estés tranquilo.
La meditación es un estado de contemplación, la cual significa una observación consciente de algo.
Para meditar y desvanecer el miedo, lo que hay que hacer es simplemente observar de un modo objetivo (sin juicio).
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Es importante que, si es de las primeras veces que meditas, lo hagas como un juego, pues muchas personas no logran meditar porque están esperando mucho de la meditación, sienten que no lo hacen bien o se lo toman con demasiada seriedad, lo cual les impide relajarse.
Una vez que encuentres el lugar que más te acomode, simplemente imagina que tu mente es un pizarrón en blanco donde se dibujarán ideas. Luego, permite que las ideas simplemente se dibujen en tu mente contestando a la pregunta: “¿Qué es lo que realmente temo?”.
Luego, simplemente permite que las ideas fluyan en tu cabeza, sin resistirte a ellas, obsérvalas como si observaras una película, y evita juzgarlas. Si sientes resistencia, respira hondamente y simplemente permite que tu mente te muestre lo que quiere mostrarte, sabiendo que lo que piensas o temes es sólo un pensamiento, una idea, una información que de alguna forma pide que la observes.
Si no aprendes a observar tus miedos, estos estarán latentes en ti. Los miedos simplemente son como burbujas atoradas en el inconsciente que necesitan hacerse conscientes. Cuando haces consciente algo que no te gusta, puedes sentir resistencia o rechazar la idea y querer pensar en otra cosa. Sin embargo, una vez que observes lo que temes, trata de llevar esa idea a una comprensión.
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Por ejemplo: si te da miedo tener un accidente, puede ser que en algún momento de tu vida hayas visto algo terrible y se te ha quedado este recuerdo. Si viste enfermedad, quizá temas estar enfermos, así como si padeciste carencia, agresión, etc. Sin embargo, tu realidad no tiene por qué ser como la has visto allá afuera ni como te la han hecho creer. Así que, una vez que las imágenes empiecen a aparecer, deja que salgan, pon tu atención en tu corazón, que es donde reside tu propio poder, y piensa que estas protegido y bien querido por esa fuerza que habita dentro de ti, que es la misma fuerza que habita en la naturaleza y en cada persona.
Si no sientes alivio, enfócate en el palpitar de tu corazón, y haz que se sienta tranquilo y protegido. Luego, observa lentamente tu cuerpo y detecta sus resistencias, permite que se relaje haciendo latir al ritmo de tu corazón todo tu cuerpo, explicándole a tu cuerpo que la vida nada malo quiere para ti, sino sólo experiencias amables y que te llenen de conocimiento, porque así tú las eliges.
Haz esta meditación poco a poco y tantas veces como sea necesario, hasta que conigas sentirte mucho más tranquilo. Si al principio no puedes concentrarte o te resistes a pensar en tus miedos, prueba más tarde, no te fuerces demasiado. Recuerda que meditar es una forma de educar la mente y de empezar a dirigirla hacia lo que realmente queremos.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 10/10/2018
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