Publicado: 07/10/2009 - Actualizado: 17/02/2020
Autor: Laura G. Garmendia
Alguna vez te has fijado en tu lenguaje corporal. ¿En como caminas? ¿Cómo es tu postura cuando estás de pie? ¿Qué gestos hace tu cara frecuentemente? ¿Arrugas la frente, los ojos o la nariz muy a menudo? ¿te encorvas? ¿caminas casi con la punta de los pies? ¿Cómo miras a otro ser humano a los ojos?
El lenguaje corporal parece tener mucha más influencia y poder sobre las personas que las mismas palabras. Cada vez que conoces a alguien, las impresiones de sus gestos, su forma de mirar, el tono de su voz y la postura que tiene ya sea al caminar o al estar de pie, causa gran impresión en ti. Quizá no lo notes a simple vista o seas muy consciente de esto, pero todo lo que te dijo esa persona con su cuerpo de alguna forma se quedó registrado en ti, te envió un mensaje, el cual tu pudiste traducir de muchas formas que te hicieron decir más adelante cosas como: “me dio confianza”, “no se por qué me cayó mal esa persona”, “no se que tenia pero me dio mala espina”, etcétera.
Así como el lenguaje corporal de otras personas te lleva a registrar ciertos datos, tu cuerpo también lo hace con los demás, envías mensajes a las personas de tu alrededor cada vez que caminas, hablas, miras o haces gesticulaciones con tu rostro. A veces estas gesticulaciones son tan rápidas e inconscientes que de momento no se perciben, pero tu subconsciente y el de las otras personas si las registra y las procesa. Está demostrado que las personas que consiguen controlar su lenguaje corporal son capaces de establecer mejores relaciones sociales (1).
Es muy importante poner atención a nuestros mensajes silenciosos corporales. Muchas veces perdemos esta conciencia y no nos damos cuenta de todo lo que decimos a alguien con nuestros gestos, hábitos de movimiento y el acomodo que le damos a nuestro cuerpo… Pero sobre todo, no nos damos cuenta de todo eso que puede estar ocurriendo en nuestro interior y que nos lleva a tomar determinadas posturas y actitudes. Para esto, nada mejor que la auto observación, la cual es una herramienta extraordinaria para empezar a tomar nota de cómo nos vemos, y que sentimos cuando nos vemos (2).
¿Por qué es importante el lenguaje corporal?
Nuestro cuerpo es una radiografía de nuestra mente, a partir del cuerpo podemos darnos cuenta de la tensión que acumulamos, de si nos hemos sentido depresivos o si padecemos de miedo o ansiedad. Si nos auto observáramos más a menudo, sin criticarnos ni juzgarnos, sino en un acto meramente contemplativo, podríamos probablemente percibir el mensaje de disgusto, ansiedad, desesperación y demás que muchas veces transmitimos sin que nos percatemos de ello.
La voz, por ejemplo, es un fuerte indicador de nuestros estados emocionales: hablar en tono acelerado, con fuerte y desarmónico volumen, en tono castigador, bajito y temeroso, etcétera, habla de tensiones, miedos e inseguridades. Pararse encorvado o con poco talante habla de una falta de armonía interior, mientras que fruncir el entrecejo constantemente puede ser señal de disgusto, frustración o no comprensión (3).
Cada hábito que tenemos puede irse fijando, con el tiempo, en las formas que va teniendo el cuerpo. A la larga, nuestro cuerpo tendrá las formas de nuestros pensamientos. Por ejemplo, unos ojos saltones hablan de una persona que ha vivido bajo mucha ansiedad y temor, mientras que un rostro muy arrugado hablará de una persona que no ha tenido “muy buena cara” a la vida, o un abdomen flácido muy abultado o caído puede hablar de una falta de seguridad emocional.
Si deseas conocer más del tema y entrar con profundidad a los misterios del cuerpo, te recomiendo leer Bioenergética, de Alexander Lowen, ed. Diana.
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Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 17/02/2020
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