Publicado: 14/08/2010 - Actualizado: 13/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
Creer y saber son dos cosas diferentes. ¿Crees que eres inteligente? ¿Crees que te sacaras la loteria? ¿Crees que eres bello y una buena persona? Y entonces, ¿Por qué no puedes conseguir lo que quieres?
Actualmente, en temas relativos a la mente, el pensamiento y metafísica, es común hablar de creencias. Se dice que lo que yo creo influye poderosamente en lo que vivo. Por ejemplo, si yo creo que soy “fea”, entonces así será el mensaje que envíe allá afuera, y entonces, los demás me verán fea. Si yo creo que algo será difícil, así será, y me costara. Si yo creo, por otro lado, que si paso por debajo de una escalera me traerá mala suerte, entonces es muy probable que esto suceda.
A pesar de que las creencias tienen poderosa influencia en nuestras vidas, es necesario resaltar la gran o infinita diferencia que existe entre creer y saber.
Diferencia entre creer y saber
Una creencia es una conjetura. Creer significa que no tengo certeza, y que de alguna forma lucho, busco o espero que algo sea o se comporte de una forma en especial. Saber, por otro lado, es estar convencida de un conocimiento.
Si yo intento creer que soy inteligente, por ejemplo, entonces puedo pasar un largo tiempo tratando de convencerme de algo que, en el fondo, quizá no estoy convencida. Y por más que me lo diga y repita, como ahora esta de moda andar repitiendo afirmaciones positivas, quizá no logre sentirme nunca lo suficientemente inteligente. Además, si yo quiero creer que soy inteligente, puedo correr el riesgo de sentirme por encima de algo que, sinceramente, no percibo en mi.
Por otro lado, si yo, por ejemplo, quiero creer que la vida es hermosa, pero apenas salgo a la calle y veo líos, basura, tráfico, gente tomando refresco y dañando sus cuerpos, moscas y demás, entonces quizá lo que me genere mi intento de creer algo que no veo es una fuerte tensión, porque por mi mente no admitirá que es hermoso algo que no puede asimilar como tal. Si intento creer algo que no veo, se corre el riesgo de empezar a negar la realidad tal cual es, y entonces, sufriré más intentando modificar mis creencias que si me quedo creyendo simplemente lo que veo.
Esta dificultad de insistir en creer lo que no sentimos, ha sido un obstáculo y un motivo de gran confusión para todas aquellas personas que se han dado a la tarea de crear la realidad cambiando sus creencias “negativas” por unas “positivas”.
Sin duda, creer no es lo mismo que saber. Saber significa reconocer. Reconocerme como alguien inteligente no significa que tengo que convencerme de algo que me cuesta. Ya lo soy. Las cualidades de todo ser humano son ser inteligente, bello, sabio: divino. Sin embargo, aunque ya lo sea, eso no significa que lo manifieste. Mi inteligencia, belleza, poder y demás pueden estar obstaculizados, precisamente y entre otras cosas, porque no abro los ojos a la realidad para mirarla objetivamente, y aceptarla así, como se expresa.
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Si yo se que soy inteligente, significa que se que tengo el potencial de serlo. No significa cerrar los ojos y repetírmelo hasta que mágicamente me convierta en eso. Muy al contrario, significa abrir los ojos y ver que tanta inteligencia, belleza o divinidad expreso en mi realidad. Y luego, entonces, llenarme de conocimiento para que pueda expresar más de eso que ya soy.
¿Cómo sabré qué tanta belleza expreso en mi realidad? Si, es una buena pregunta, porque yo puedo engañarme creyendo que soy bello, inteligente y sabio, y pensar que todos los demás son los tontos, feos y poco sabios. Sin embargo, es precisamente observando a los que nos rodean, que podemos ver cuanta sabiduría o divinidad hemos logrado dejar pasar por nuestro corazón.
Ver al otro es como vernos a nosotros mismos. Si perdemos de vista esta guía esencial, perderemos el hilo de todo lo que queramos crear. Ver es lo que tengo que hacer, pero ver con objetividad. Ver y aceptar la realidad que tengo, es una forma de verme y aceptarme así como soy. Aceptarme es el primer paso de todo proceso creativo, si me niego, si niego la realidad, nada puede transformarse.
Y sin embargo, aceptarme así como soy, no significa que yo sea todo eso que acepto. Significa que eso es lo que he aprendido a manifestar, pero yo puedo manifestar infinitas posibilidades, solo basta que encuentre el mapa en mi corazón de todo eso que puedo ser.
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Recordemos, pues, que ya somos todo lo que deseamos ser. No tenemos que forzarnos a creer algo que no sentimos, tenemos que aprender a vernos como lo que ya somos y a seguir el mapa de nuevos conocimientos para que estas cualidades puedan ir despertando con más fuerza en nosotros. Somos seres divinos dotados de infinitas posibilidades creativas, sólo necesitamos dejarlas pasar a nuestra realidad, ser todo lo que podamos ser.
Resumiendo:
Creer, es tratar de ser lo que siento no soy.
Saber, es reconocerme como un ser divino que se engrandece.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 13/10/2018
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