Expresando el amor sabiamente

Publicado: 13/11/2008 - Actualizado: 22/01/2020

El otro día aterricé al lado de una conversación entre una mujer y su pareja. A veces por la calle uno escucha cosas y, por más que quise evitarlo, en esta ocasión no pude pues estaba muy cerca de ellos, en el transporte público.

A medida que ellos se adentraban en su jerga de amantes y las mieles de los abrazos y los besos se enredaban entre las palabras, se escuchó la voz de ella declarar en tono adulador: “Te amo más que a mi vida” a lo que el respondió con un ferviente e indiscreto beso que a todos los espectadores acorraló en un silencio incómodo de donde de pronto apareció la voz de él: “Jamás habrá alguien como tu” (1).

Frases como estás se desprendieron durante el trayecto del racimo candoroso del ambiente. En casos así siempre es útil apelar a la fingida distracción, pues ¿qué hace uno sino? Así que preferí poner atención a la música de fondo, en dónde por cierto se cantaba algo que, en contraste con las acarameladas palabras de la pareja, la cantante decía frases con cierto amargor como “tu me prometiste amor, y mira como pagas” “Dijiste que yo era tu mundo, tu vida, y mira con quien andas todo el día… duele, duele, duele tu traición.” Algo cómico, si, pero no pude más que pensar en el posible y triste desenlace de la pareja que a mi lado prometía la historia de amor más fabulosa.

Pasamos muchas veces del amor al dolor, y luego del dolor brincamos nuevamente al amor, aunque, a decir verdad muchas veces cuesta dar ese último salto nuevamente, sobre todo cuando no se comprende lo que es el dolor.

En realidad, dolor no significa amor, el dolor es más bien una señal que obliga de alguna forma a que miremos dentro de nosotros y prestemos atención a algo que necesita una urgente valoración, aprecio y respeto de nuestra parte: y ese algo se llama Yo.

Si escucháramos más lo que decimos cuando amamos, podríamos darnos una pista muy clara del porque muchas veces sentimos dolor cuando amamos: “No puedo vivir sin ti”, “te amo mas que a mi vida”, “si te vas, me muero”, “jamás habrá alguien como tu.” “sólo se ama una vez”, “siempre estarás en mi corazón” etcétera. Nos enseñaron que estas palabras era señal de un gran amor, pero yo creo que más bien nos alejan de él y a la larga provocan dolor, pues hay algo debajo de estas palabras que nos condicionan de cierta forma al dolor cuando las repetimos, hay mensaje de dependencia y desvaloro por parte de quien las dice, pues debajo de todas ellas se afirma:» Tú vales más que yo«.

El amor entre dos personas es compartir. Prometer al otro un amor eterno o decirle que si se va moriremos, nos ata y condiciona innecesariamente. Con este tipo de palabras nos atrapamos en la dependencia, porque de alguna forma ponemos la felicidad en el otro. Y aunque de momento parezca nada más que un simple juego de palabras, es necesario no dejar de observar a cada momento lo que decimos, por más pasajero que parezca. (2)

Las cosas maduran y se transforman, y luego de ser algo pasan a ser otra cosa. Este es un proceso natural, todo tiene un tiempo y un momento. Decir “nunca cambies” o “mi amor no cambiará por ti” es acorralar al corazón con pensamientos pobres que le privan de la magia de la transformación.

Si aprendemos a depender, entonces sentiremos dolor, si hablamos con palabras que nos limitan, viviremos en su cárcel. Si comenzamos por observar y volvernos más creativos con lo que decimos, podríamos comenzar a expresar el amor de una forma más sincera como “compartir contigo es estupendo” “me complace estar a tu lado” “mi corazón se aviva con tu presencia”.

Hablar no sólo debe ser la acción de decir algo para «llenar» el momento, sino que las palabras deben de recogerse desde el fondo de nuestro entendimiento y luego darles forma con nuestra creatividad para entregarlas, después, con el corazón en las manos. Al hacer esto estamos volviéndonos conscientes del poder y la magia de las palabras, y entre más conocimiento y profundidad tengamos para hablar, más libres y honestos seremos, y estaremos permitiéndole, tanto a nuestra pareja como a nosotros mismos, la oportunidad de crecer y vivir las experiencias que sugiera el corazón, sin tener que limitarnos o limitar a alguien a que tenga que estar a nuestro lado porque “no podemos vivir sin…”. (3)

Que cosa más bella es el amor cuando alguien viene a nuestro lado no por lo que prometió, no por cumplir su palabra, no porque tiene lástima porque nos sentimos mal sin su presencia o porque no puede dejarnos porque eso no es lo correcto; que venga a nosotros porque simplemente está complacido de lo que puede crear, inventar y ser a nuestro lado.

Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 22/01/2020

Acerca del autor
  • Laura G. Garmendia

    Articulista, conferenciante y reconocida experta en todo lo referente a remedios naturales, terapias alternativas y cómo llevar una vida saludable en plenitud. En Salud Natural nos ofrece su sabiduría y consejos, a través de los cuales podemos descubrir nuevos planteamientos de vida y formas de enfrentarnos a nuestras enfermedades y padecimientos. En sus artículos encontrarás experiencias, tips y consejos que te ayudarán en tu vida diaria. Este es su Linkedin.