Publicado: 16/02/2012 - Actualizado: 13/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
Hace un rato me llamo la atención un comentario que hizo un muchacho llamado Germán acerca de la comida cruda. El decía que comer sin cocinar la comida e incluir un gran porcentaje de vegetales crudos y semillas en la dieta diaria era una forma de comer para tontos, que nada mejor que comerse un jugoso chuletón de Ávila, un jamón serrano o lomo embuchado, que hurra a las costillas adobadas o filetes de lomo enchilado.
Al instante recordé la tan conocida afirmación que canta “Eres lo que comes”, y jugando un poco con ella, me imaginé al simpático Germán con las costillas de su cuerpo adobadas, con el lomo embuchado y enchilado, y un buen “chuletón” de ávila. Ya no quise pensar cómo se vería el hombre con un par de jamones serranos o con los demás “filetes” que se come.
Claro que esto es solo jugar con la frase, y aunque podría provocar el enfado de Germán y un desquite donde me dijera que yo soy una zanahoria con pelos de alfalfa (porque en mi alimentación predominan estos alimentos), bien se entiende que es solo un juego y que además yo no soy eso que podria decir el fulano, si acaso seria un hermosa mujer con piel de zanahoria tierna, ojos de alfalfa y, porque no, labios seductores color rojo remolacha.
Pero más allá de este jugueteo de palabras… ¿qué exactamente se quiere decir con la frase «Eres lo que comes»?
¿Eres lo que comes?
Se dice por ahí que si uno consume carne roja, por ejemplo, tendera a ser más agresivo, debido a que la energía contenida en la carne suele ser de baja vibración debido a que el animal fue maltratado o sufrió excesivo estrés en su matanza, dolor o ira que se quedan impregnadas en la carne y pasan haciendo sus efectos al cuerpo humano. También se dice que si se incluye azúcar refinada en la dieta la persona se volverá más susceptible y depresiva, debido a que el azúcar genera fuertes desequilibrios en el cuerpo, mientras que se cree que quienes comen más al estilo vegetariano están más “limpios” en su cuerpo y energía, y que gozan de una mejor calidad tanto física como emocional.
Lo que como: lo que piensas
Si bien se pueden decir muchas cosas al respecto, si usamos un poco nuestra observación y sentido común, podremos ver que no siempre la regla se cumple: hay personas que comen carne y son de temperamento tranquilo, mientras que hay vegetarianos que son muy estresados o deprimidos, o personas que cuidan excesivamente lo que comen y son enfermizas. Incluso, hay personas que comen todo el tiempo comida chatarra y no se enferman.
Si bien es cierto que la comida tiene sus efectos tanto biológicos como emocionales en el cuerpo, y que ciertamente una dieta balanceada, variada y de calidad aporta salud y mejor calidad de vida, parece ser que la cosa va un poco más allá de simplemente comer para ser.
He observado durante algunos años la forma en la que comen las personas, y efectivamente la mayor parte de las personas que creen comer bien tienen problemas de salud o estados emocionales alterados, como ansiedad, exceso de estrés, problemas de ira, etc. Cuando revisamos sus dietas, se encuentra fácilmente que hay muchas grasas nocivas, productos refinados o animales, comida chatarra o de baja calidad. También he observado que en cuanto la dieta se arregla, mucho se arregla en la forma de vida.
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Y sin embargo, por otro lado, me doy cuenta también que cuando una persona tiene la intención de un cambio de dieta, por el motivo que sea, en el transcurso del cambio muchas personas se ven confrontadas con sus propios mundos emocionales: a una les da más tristeza de lo habitual, otras se sienten enfadadas, otras no pueden tan fácil cambiar de hábitos, etc. Así que al cambiar de dieta, de alguna forma también se está transformando o mudando un hábito en la forma en cómo se vive o piensa la vida.
Así pues, podemos decir que comer está muy relacionado con nuestra filosofía personal, y habla mucho del carácter que tenemos, diciéndolo de un modo más atinado, no es en si el alimento lo que nos hace ser de determinada formas, sino es el cómo lo comemos, lo que develaría como somos.
Comemos despacio, rápido, saboreamos, comemos por comer, comemos “chatarra”, comemos “nutritivo”, comemos con disgusto o para llenarnos solamente, comemos sin mesura, para saciar el paladar sin tener hambre, etc.
Todo esto, si observamos, es lo mismo que hacemos con las experiencias en nuestras vidas: las vivimos aprisa, despacio, las saboreamos, las volvemos algo chatarra (nos quejamos), les sacamos provecho (aprendemos o nos nutrimos de ellas), vivimos cosas solo para sentirnos “llenos” (ya sea tener compañía solo por tener, para no sentirnos solos, vacíos, etc.), vivimos sin mesura, o para saciar un momento nada mas (para distraernos del dolor que sentimos, etc).
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Así que, por lo que se expone, es mas la forma en la que se come, que el alimento en si, lo que definiría como somos, por lo que podríamos transformar un poco la frase inicial “Eres lo que comes”, por “Eres la forma en cómo comes”, lo cual sería mucho más acertado.
Así que de ahora en adelante, cada vez que comas, fíjate no sólo en lo que comes, sino en cómo lo comes: y entonces sabrás como realmente eres y estás viviendo tu vida.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 13/10/2018
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