Publicado: 20/05/2009 - Actualizado: 13/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
Si te dan ganas de ahorcar al vecino de enfrente o de gritarle unas cuantas patrañas a tu jefe, pero luego te aguantas porque te enseñaron a comportarte y ser amable, y a no expresar lo que sientes porque eso “no es bueno”, entonces debes tomarte un momento para leer esto, pues reprimir el enojo o cualquier emoción es un ticket seguro para la soledad, la distancia emocional y hasta el malestar o enfermedad de todo tipo.
Enfermedad y enojo
¿Has visto a esas personas que son todo un “caramelito”, que son muy sonrientes y serviciales pero que, a la larga, empiezan a padecer todo tipo de malestares? Lo que sucede es que muchas veces no entendemos lo que una emoción es, la cultura emocional es pobre, por lo que solemos caer en actitudes que nos transmitieron los que nos educaron, y muchas veces no nos damos cuenta de la importancia que tienen las emociones en el crecimiento del ser humano.
El enojo, como toda emoción, es una energía que circula por el cuerpo, si se reprime o bloquea su flujo, la energía vital del organismo se estanca o circula con dificultad, causando en el cuerpo físico lo que conocemos como enfermedad.
Sin embargo, el enojo es una emoción que puede ser de gran ayuda para crecer en todo sentido, no es una emoción negativa como dicen algunos, sino simplemente es una reacción, como todas las demás emociones, es decir, que es consecuencia de nuestros estados mentales. El punto es que, efectivamente, si se convierte en «algo negativo” o “destructivo” cuando no se sabe como entenderlo y transformarlo. El enojo nos da pistas claras para detectar donde necesitamos movernos y entender ciertas cosas de una forma distinta.
Así que la próxima vez que te sientas enfadado no te reprimas, pero tampoco vayas a aventarle un zapato a la tele o al gato, porque esto indicaría que ellos son responsables de lo que sientes, y por ahí no va la cosa. Mejor lee esto y verás como tus emociones pueden ser en verdad grandes mensajeras para madurar y sentirte cada vez más libre y realizado.
¿Qué exactamente hay que hacer para liberar una emoción?
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MAS EN SALUD NATURALMe gusta mi jefe, mi entrenador, mi maestro, mi doctor, un artista…
Empezaremos por decir que liberar una emoción, cualquiera que sea, significa que te permites liberar lo que sientes tal cual como lo sientes, pero sin afectar a terceros. En el caso del enojo, lo que sigue es una guía para ayudarte a comprender la función del enojo a través de una liberación consciente.
Guía para liberar tu enojo armónicamente:
1. Pide tiempo fuera: lo primero que hay que hacer cuando uno siente el calor en todo el cuerpo y esta a punto de pegar el grito es pedir tiempo fuera, es decir, salir del campo “de la futura batalla” o buscar un espacio dónde uno simplemente pueda estar.
2. Reconocer lo que sientes: lo que sigue es darte el permiso de reconocer todo lo que sientes, dejarte libre para pensar lo que se te venga en gana sin restringir tu pensamiento porque eso es «malo», o sentirte culpable o “mal” por pensar ciertas cosas. Evita decir «No puedo pensar eso, es horrible!» o “soy un idiota por pensar eso, ¡si es mi mamá!”. No. Simplemente déjate libre, deja que fluya tu imaginación por donde quiera, y si quieres llorar, gritar o patalear y pensar cosas «perversas», hazlo, pero procura hacer esto en un lugar a solas, sirve mucho salirse a caminar a algún parque a pensar lo que uno quiera, correr o patear un balón, incluso hay gente que grita en el carro. En fin, encuentra algo donde no te prives y sientas desahogo.
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3. Considera la situación: ahora, debe haber un momento en donde, después de liberar la emoción ya sea con el llanto o con golpear una almohada o lo que sea, te sientas más tranquilo o relajado. Este momento es importantísimo, pues aquí es dónde debe venir una consideración a las situación. Aquí la respiración es importante pues te ayudará a que acabes de sentirte lo suficientemente tranquilo. Así que respira hondo, suavemente, y siéntete muy sincero y honesto, y hasta admirado de ti mismo, por haberte permitido reconocer todo lo lo que sentías. Luego exhala lo más despacio que puedas.
Ahora si puedes considerar la situación preguntándote cosas cómo: ¿dónde estoy esperando que el otro me haga feliz? ¿dónde no puedo permitir que el otro se exprese y haga las cosas a su manera? ¿dónde estoy siendo inflexible y no puedo ceder a nuevas formas de hacer las cosas, o a escuchar lo que piensan los demás? ¿dónde no puedo permitir que mi hija, hijo, alumno o aprendiz se equivoque para que aprenda?
Estas son sólo algunas preguntas que te comparto, pero uno puede inventar las suyas, el punto es que reconozcas que el enojo es tu responsabilidad y no la del otro, porque si piensas que es el otro «quien te hace enfadar» entonces te pones en la postura de víctima y esto no funciona para nada.
Después de llevar a cabo lo anterior, entonces si puedes regresar al “excampo de batalla” y convertirlo en una zona de conversación creativamente madura, en un lugar dónde puedas compartir lo que piensas y escuchar, sobre todo, lo que piensa el otro, sin por eso sentirte agredido. En fin, ir transformando la vida en un espacio donde permitas la equivocación como parte de un proceso de aprendizaje.
Si eres paciente en llevar esto a cabo, aunque no te salga a pedir de boca las primeras veces, o te sientas muy impaciente o desesperado por que «no te sale» como lo explicamos, verás que poco a poco comienzas a sentirte con más confianza y seguridad, empezarás a actuar con una cabeza más plantada en la vida, y esto afectará positivamente tu vida, verás que tus relaciones comienzan a ser más profundas y enriquecedoras, y no sólo serás capaz de expresar tu enojo sino también tu alergia o tu llanto, porque te volverás más espontaneo y sincero, es decir, más lleno de pasión.
Pero, como todo en la vida, nada es verdad hasta que no se experimenta.
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 13/10/2018
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