Publicado: 23/03/2010 - Actualizado: 13/10/2018
Autor: Laura G. Garmendia
A cada instante del día corren por nuestra mente, como pequeños ratoncitos, infinidad de pensamientos de todos “tamaños”, “colores” y en todas velocidades y direcciones. Los pensamientos son energías creativas poderosas, cada vez que pasan por el pensamiento ya sean ideas, recuerdos, palabras, razones, etc., es como si se regaran pequeñas semillas en el terreno de nuestra mente que pueden germinar en nuestra realidad si les damos las condiciones para que crezcan. ¿Y cómo es que crecen estas semillitas? Con nuestra atención. Es cuando les prestamos nuestra atención a alguna de estas “semillas” o pensamientos, y lo mantenemos visualizándolo en nuestro lóbulo frontal, que éste empieza a crecer, a germinar, a concentrar energía. Y si lo mantenemos visualizándolo el tiempo suficiente, este se convertirá “en realidad”.
El arte de visualizar puede sonar como una practica muy sencilla: mantener un pensamiento enfocado para que se haga realidad pareciera que es una tarea no muy difícil. Sin embargo, basta que uno lo empiece a intentar para notar con cuánta facilidad se resbala el pensamiento “elegido” de nuestro enfoque, y como es que hay muchos pensamientos que distraen y hacen ruido, y se “comen” de un bocado al pensamiento que intentamos visualizar.
Paciencia y visualización
Hay muchas cosas que nos pueden impedir visualizar lo que queremos hasta que esto suceda. La más grande de ellas parece ser la impaciencia. La mente es muy impaciente para mantenerse enfocada, no le gusta quedarse en un solo sitio, empuja siempre para todos lados, es como un simio que salta de árbol en árbol, de pensamiento en pensamiento. Sin embargo, es uno mismo quien debe de aprender a dirigir la mente, y a fortalecerla por medio de la voluntad.
La vida es el reflejo de lo que pensamos. Si la vida es caótica, confusa y desordenada, esta tan sólo refleja lo caótico, confuso y desordenado de nuestra mente. La vida refleja ya sea la debilidad o fortaleza de nuestra mente. Así pues, para empezar a conducir la vida con una mentalidad fortalecida, es necesario un entrenamiento mental a partir de la visualización. Es inocente pensar que la mente (la vida) hará lo que queramos sino la entrenamos y aprendemos a dirigir. El experto bailarín ha entrenado su cuerpo para que haga lo que su voluntad le dice. Cuando danza un bailarín profesional, esta en una acción de profunda consciencia, una mente entrenada hace que surja el movimiento armónico, exacto y, de alguna forma, espontáneo. El bailarín, para bailar, tuvo que visualizar su cuerpo bailando así, moviéndose así, tuvo que sentir y dirigir el movimiento. No se puede conseguir nada en la vida si no se aprende el arte de visualizar, el arte de enfocar conscientemente lo que deseamos manifestar.
¿Cómo visualizar?
Es algo muy sencillo: se trata de simplemente enfocarse en algo que se desee, de traer a la mente pensamientos e imágenes relacionadas con lo que se quiere manifestar, y dejar que las imágenes empapen de emoción el cuerpo.
Para empezar a visualizar, se sugiere empezar con cosas u objetos sencillos, que estén dentro del rango de aceptación de la persona. Un jugador novato de voleibol se sentirá intimidado si lo meten a jugar contra una selección olímpica de este deporte. El aprendiz del desarrollo de su mente necesita empezar a jugar con lo que este “a su nivel”. La mente necesita empezar a fortalecer su voluntad con objetos sencillo, que no le representen un imposible o algo difícil de alcanzar. Así pues, lo mejor es escoger al principio cosas muy sencillas como lápices, pulseras, clips, etc. Ponerles un color y una forma especial, y visualizarlos al menos media hora al día para empezar (o más de ser posible), hasta que se manifiesten.
Cuando se es principiante, la mente bombardeara este ejercicio con muchas dudas, preguntas, es probable que uno se sentirá durante este ejercicio como un “tonto”, pensarás “¿sucederá?” “¿funciona esto?” “¿Cuándo, cómo y dónde aparecerá lo que visualizo?” Y es aquí donde se debe de aprender a aislar el objeto visualizado de todo este ruido mental, enfocarse simplemente en sentir al objeto, su peso, su color, su olor, verlo tridimensionalmente, hasta que se manifieste.
Cada vez que algo se manifiesta, el rango de aceptación se eleva, hay más credibilidad en lo que puede hacer la mente. Practica este ejercicio lo más que puedas, si te desesperas al principio o te sorprendes pensado repentinamente en otra cosa, retoma tu objeto de visualización. Esta es una forma muy sencilla y divertida de empezar a manejar los poderes de la mente. Ya verás lo que sentirás cuando el objeto que visualizaste aparece simplemente delante de ti.
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Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 13/10/2018
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