Publicado: 08/05/2008 - Actualizado: 01/02/2020
Autor: Laura G. Garmendia
Las adicciones son una de las respuestas más severas que tiene el cerebro para, de alguna forma, resolver y, digamos, equilibrar el constante mensaje de dolor enviado por una persona. Este dolor enviado puede ser consciente o no, es decir, que la persona pudiera haber cerrado el acceso consciente a profundos dolores o sentimientos de carencia que no se ha sabido confrontar ni manejar.
En muchos casos pudiera haber mucho odio o resentimientos a factores ajenos y experiencias que afectaron y corrompieron profundamente la dulzura de la persona, y dichos sucesos, al confrontar severamente al individuo, provocan una fuerte necesidad de evasión y retirada del mundo emocional, provocando un dolor agudo y una ausencia de placer. Esta falta de placer, al no poder ser entendida ni resuelta por la persona, comienza a tener ciertos efectos, el cerebro deja de producir ciertas secreciones relacionadas con el placer y que intervienen íntimamente en el bienestar y salud del individuo.
Educación emocional
Quisiera exponer que hoy más que antes, es ya una necesidad de vital importancia la educación de los sentimientos, las emociones y las actitudes del ser humano. Si bien hay efectos que provocan muchas experiencias de vida y que “marcan” al individuo con dolores y carencias que muchas veces parecen ser irreversibles, si se puede comenzar a educar a aquellos pequeños y jóvenes que serán los nuevos educadores y creadores en el futuro.
Esta época parece ser el inicio de un puente hacia una nueva creatividad e inteligencia del hombre, y la senda hacia la creación de un lugar más pleno y consciente comienza por la educación emocional, la cual es la plataforma hacía una verdadera trascendencia en el ser humano. La educación comienza a dejar de ser mera información y se converte en conocimiento vivencial, de modo que los jóvenes y todos los seres humanos ya puedan comenzar a formar valores superiores. El saber vivir orientados hacia un gozo y placer profundo (no el gozo pasajero) es lo que forman seres independientes, inteligentes y creativos.
La belleza es el estimulante y el placer más sublime, Platón decía: «esculpir la psique y crear el propio rostro«, haciendo referencia a la importancia de desarrollar un amor a valores superiores como la belleza, y con estos construir la vida. El ser humano no necesita en ningún caso consumir ningún tipo de estimulantes ni drogas o productos de farmacia, pues el cuerpo humano posee una química extraordinaria para generar dichas sustancias. Pero al dejar de creer en el cuerpo, se alejado uno de su maravilla más intima, y esto sucede cuando no se sabe manejar lo que se siente.
Este carente contacto con nuestro cuerpo y lo que sentimos ha complicado y nulificado el poder del cuerpo, y entre más se nulifica el poder corporal, más será la necesidad de fármacos, estimulantes y sustancias adictivas de todo tipo (incluyendo alimentos como el azúcar blanca) y drogas.
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Enseñar a vivir con gozo profundo es una tarea realmente laboriosa: pero es la única forma de darnos el placer de tener el poder sobre las circunstancias y nuestras vidas. Buscar terapias que nos ayuden en este proceso y enseñarles a los niños y jóvenes la responsabilidad de lo que sienten antes de la responsabilidad de un hogar o de una vida, es estar abiertos a nuevas propuestas y alternativas naturales como las tantas terapias que surgen hoy enfocadas al crecimiento y la libertad emocional.
Articulos relacionados: Técnica fosfénica: desarrollo de la memoria, la creatividad y la inteligencia, publicado en la revista de este sitio.
Referencias
- Corominas, M. et al., 2007. Sistema dopaminérgico y adicciones. Revisión en Neurociencia, vol. 44 (1), pag. 23-31.
- López Acosta, C., 2011. Adicción a sustancias químicas ¿enfermedad primaria o síntoma psicoanalitico? Revista de Psicología, Año 13, nº 20, pag. 41-60.
- Mendoza Carmona, Y.L. & Vargas Peña, K., 2017. Factores psicosociales asociados al consumo y adicción a sustancias psicoactivas. Revista electrónica de Psicología Iztacala, vol. 20 (1), pag. 139-167
Revisado por: Dra. Loredana Lunadei el 01/02/2020
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